lunes, 27 de julio de 2009

Yo, para armar.

Solía verte… solía mirarte y pensar… lo pequeño en tu camino lo imposible para mí. Y cada una de las ondas de tu pelo y cada una de las risas de tus labios y cada pedacito de tu voz, y vos, que no eran míos ni por el segundo más corto de los segundos, se me caían encima como espejos que no dicen la verdad. Y como sin querer caí otra vez… atado en las cuerdas de tu encanto perdido en lo que decís y casi sin poder pensar en todo eso que hacías latir, casi sin encontrar otra respuesta a lo que siempre pregunté, casi sin querer vivir más que ese mismo segundo, más corto que todos los segundos, perdido en vos y con la mente en el bolsillo.