Hubo
un tiempo de potencia. Hubo un tiempo invadido por la osadía de la expectativa.
Un tiempo en el que todo cuanto se pensó era posible. Hubo su propio tiempo de
rescatarlo en varias ocasiones… pero continuó innecesariamente negándose en
cada una de ellas, rechazó la oferta.
Cayó
súbitamente enamorado, demasiado pronto, demasiado tiempo sin norte para
salvarse, demasiadas chances y ninguna la del palo verde.
Siempre
durará en su corazón la humedad de la tierra y la sórdida nevada, el escurridizo agua de deshielo y los peces sagaces que beben de la vida al
atardecer.
Atrapó
la noche sumido en la mente del chamán, agotando hasta el límite la razón, las
cosas, la realidad. Desató los más altos vientos del alma para andar por una
vía muerta hasta el final.
Ya
no quedará más de sí cuando el día llegue a proponerle nuevas estrellas, nuevos
soles. La bestia se habrá calmado, la sangre estará agotada y su cabeza no
estará más entre sus hombros.