domingo, 12 de marzo de 2017

Hipnosis

“Que me detengan, que me den la muerte; estoy contento, con tal que tu lo quieras. Diré que aquel gris no es la mirada de la mañana, sino que es el pálido reflejo del rostro de la luna; y que tampoco es la alondra la que con sus notas golpea el cielo abovedado tan alto sobre nuestras cabezas. Tengo más deseo de quedarme que ganas de marchar: ¡ven, muerte, sé bienvenida! Ella así lo quiere…”

Es la densidad del aire al sonar fuerte una música grave, mientras sola baila con su cabeza que se tambalea hacia todos lados. Sus ojos perdidos entre quién sabe qué, y su atención que parece nunca encontrar una razón para enfocarse. Como por arte de magia, un relámpago surca su sien y viene hacia vos. Habla de cosas que decís comprender y asentís siempre con la mirada más cómplice posible, aterrado de no estar a la altura.
El rodete en su cabeza parece asincrónico. Quizás haya algo de magia en toda la imagen, un poco de ilusión de alguna clase de bruja,  que toma el cuerpo de la contradicción para jugar un rato. Nuevamente el guiño de otra luz, y nuevamente habla de cosas cada vez más incomprensibles, y cada vez más, no existe otro brillo que el de sus dos ojos negros apuntándote al corazón. Es el alcohol de alcoholes, que enmudece a la propia carga y decide que sea el alma la que dictamine.
La noción de su tiempo, creo, no es más que paciencia. Errante como un niño jugando, sincera como la más desinteresada y aun así, eternamente poderosa,  palabra a palabra y gesto a gesto. ¿Acaso habré de honrar las próximas palabras incomprensibles que salgan de su boca? ¿O caeré rendido en un mar espeso de indescifrables bizantinas? Todo aquello, todo y no menos, en calma llegará.

viernes, 10 de marzo de 2017

Esmeralda

La espesura de la noche trayendo calma de sueños, sosiego de rocas y tierra. Sorteó el escollo de otro amor y logró sentarse a contemplar, en el pulmón de esmeralda, los viejos edificios y algunas ventanas con luz. Hubo de reflexionar si él era todo, pero concluyó que se fue en mil partes. Estrelló el logro de la palabra más precisa, la que simple y graciosamente es una con la verdad, que da paso a la osadía de ser feliz.
Pensó en ver toda la tierra rodar sin pretensiones, con la paciencia química que todo lo degrada. El agua, el sol, las flores, el olor a humedad de las hojas en el suelo. Tanto corría por sus venas y, sin embargo, se sentó frente a la nada, quiso abrazarla y confesó tener miedo. Había iniciado allí el camino de la soledad, había matado en un solo instante todo el movimiento.
Las paradojas son sintierras, son sintiempos. Los espejos en los que se miran ríen siempre y no se les ocurre callar ante la chance que la bestia recuerde serlo, y los despedace sin la más mínima piedad. Todas las ilusiones tienen algo de realidad, y en su mágico anhelo destrozan la quietud del alma, invitan a la ansiedad.
Descubrir de pronto que el suceso no escatima en horas, días y meses, recorrió su espalda con helado presagio. Se encontró mirando en ese pulmón a sus propios ojos, a su propio corazón de león, a su propio ideal de trascendencia, a su propia razón. Todo eso se derrumbó con la más mínima grieta, la más indescifrable sugerencia, la más escandalosa gota de amor.

Quizás sea otro espejismo, o quizás haya encontrado la vida que se consume dentro de la vida. Vienen vientos del sur a la ventana, y susurran un río que corre agitado, alertan sobre todos los que vienen. Amanecerá mientras el sol lo acompañe, agradeciendo al alba hasta el más intenso dolor.