miércoles, 23 de noviembre de 2011

Corazón en venta.

...and then I go and spoil it all by saying something stupid like I love you...


A veces uno está solo. A veces no. Cuidado compañero, dijo Vinicius en sabias palabras cortas… y no se a quién me trato de figurar en tan absorto plan macabro. Uno no puede dejar de ser lo que es, y por ahí vine a aprender eso. El problema es que las elucubraciones se me van, se me pierden en un punto al cual no deseaba llegar, al cual no quise nunca jamás arribar, no quise, no quiero.
Estoy lejos de todo, y eso implica estar cerca de nada. A veces me gusta jugarme engañitos, pero no es así, estoy lejos y eso no cambia. Me gusta lastimarme evidentemente, y por eso estoy allá, buscándole una vuelta. Una vuelta que no existe. No me das igual, nunca me diste igual. Pero al parecer no es suficiente. Al fin y al cabo nunca fue suficiente nada para todo lo que quise. Por mucho que me cierre, que digas lo que siento me enciende, me hace ir y volver al otro lado e incinerar todo lo que pienso. Tal vez mañana sea otro nuevo amanecer y ya no quieras saber de mí. Será toda una no novedad, porque la vida me tiene acostumbrado a estar solo. Nadie obliga a nadie, nadie induce a nadie… nadie quiere a nadie, según parece. Espero quererme un poco algún día.  Estaré pensando en mí, estaré pensando en quien me ame. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mogollón.

El problema es que se bien como se llama esta historia. La lluvia afuera, el sol y el frío, conmigo. Mis pies nunca se movieron de lugar, dejando pasar un derredor que creí dominar con indiferencia. El tiempo es eso que está entre las piedras y nosotros… solo le alcanza un momento para encontrarnos y ponerse a jugar y a reír.
En el crepúsculo de  mi alienación, en la oscuridad, la ternura hostil y remota de dos luceros, que gravemente distorsionaron todo, sin que yo mismo lo supiera... Mi retina vio lo mismo… y no era. Y no te quise y nunca te vi. Cinco minutos tardé en saberlo todo, y nunca supe nada.
No somos más que gente, y no me gusta creerlo, no me apetece. Creo fielmente en los problemas, y en el poder sanador de una cama de una plaza, que incómoda hasta ella, explica que la distancia es suicida, pues está allí para recordarnos que no existe.
La metafísica se me mezcla con perfume y con unas lagrimas que jamás creí llegar a ver caer.
Tu nariz o la mía, el alcohol, gritaban algo que ninguno quería decir. Pero ahí estaba, ahí estuvo, y junto al frío y el sol aquí se quedará conmigo. Y aunque no sea una declaración de amor, conmigo te quedas, mogollón.