“You have no enemies, you say? Alas, my friend, the
boast is poor. He who has mingled in the fray of duty that the brave endure,
must have made foes. If you have none, small is the work that you have done.
You’ve hit no traitor on the hip. You’ve dashed no cup from perjured lip.
You’ve never turned the wrong to right. You’ve been a coward in the fight.”
C.M.
Busca
sin consuelo en la espesura del bosque gris, que aumenta entre susurros de
viento implacable, alguna respuesta a esta pesada agitación del alma. Déspota de
decisión y voluntad, trepidando en la cima de la montaña, pues todo lo basto,
todo lo alto, todo lo justo solo viene a engendrar la duda.
No
hay relatividad entre el bien y el mal, pues sus reglas son las mismas. No hay
océano del hombre que no esté habitado por la mezquindad, incluso aquella de
los que dan.
Huye
despavorido todo rastro de luz en la mirada del caudillo justo después de
divisar la hacienda que administra. Sus barros, que todo lo ensucian, interpelan al atónito testigo
sobre la bondad de sus buenas obras.
Iracundo
en la calma, templado en la tormenta, a contrapelo del tiempo va mirando el
horizonte y anhela extraviar sus dudas. Recorre una y otra vez sus pasos…
recuerda otras tantas sus palabras, mientras entiende el verdadero peso de un
mandoble.