domingo, 26 de febrero de 2017

Epifanías bélicas

Ha pensando demasiado en el futuro, el pánico, las sombras. Es un presagio espeso y el humo titila sugiriendo sin tregua, en efímera risa, que es prisionero del viento. Dice que le mutilaron su voluntad, que ya no siente al subir, y también que ahora todo tiene más sentido. Quien no calla se ha revelado ante esas circunstancias, ha encontrado un mensaje que será entregado. Cree en ello.
Ha elegido el camino por el que nadie va, pero nadie recordará al llegar, nadie puede dar cuenta de nada. Nadie ha visto cuál fue el comienzo. Comenta que no hay sentido en un designio como ese, que ya mejor se va, que no hay cosa que lo haga estremecer. Es él quien piensa aun en el martillo de los dioses, en celebrar fiestas paganas.
Ha visto a todos reaccionar a la anestesia según el plan de esta, ha visto a todos marchar al ritmo de los tambores traidores, siempre sensuales. Cree que con todo lo puede, que es eterno, infinito. La fuerza se le escapa cada mañana al poner pie sobre la tierra, al no adornar cada invocación con el alma intrépida y libre. Deja que el sol le golpee la cara a diario y atraviesa el tiempo, buscando señales de electricidad, buscando el conocimiento de los eones. 

jueves, 16 de febrero de 2017

Las puertas de Durin

“…yo me ocupo del presente, el futuro es asunto de Dios.”

El tiempo es escaso, las dimensiones enormes. La vida es misteriosa, la nostalgia inevitable. Las ansias son latosas, la experticia resbalosa. El enjambre está prescripto, la codicia es admirable. Los anhelos son loables, la presencia es aplastante. Las sonrisas son ingratas y aun, las grandezas son leales. Desencuentro tras desencuentro la vida pierde su color de arte, su esencia perfumada; se encierran en pasillos pequeños y oscuros, para blasfemar desde allí que lo mejor nos fue negado, todos los que no agradecen.
El salto hacia el vacío, las gotas de temor, las velas de un santuario que hace tiempo no fervoriza y las tierras que acompañan girando a su aire, esperan que haya calma para hablar irresolutas. Acuchillando el sentido del amanecer, la luz trasciende, invade. Dictamina tirana que las eras han de venir, no se detendrán, aunque en el espejo, que es otro, haya bienes de inconmensurable arrojo, preciosos en cualquiera de estos universos.
Este portón tiene el romanticismo de lo desconocido, tiene la promesa de la próxima alba llegando hasta aquí en clave de felicidad, idílica en todas sus curvas, utópica de todo insigne. Libertad, sujeto, contradicción… hablar amigo en la ficción, resultó metáfora de mis leyes, indescriptibles hechos para explicar.

Cuando el camino haya pasado, solo entonces habremos de ser honoríficamente recompensados con márgenes para recordar, reír y trascender.

jueves, 9 de febrero de 2017

Logos sobre la última cruzada de Hermes.

El zafarrancho duró años. Todas las luces apuntaron hacia el centro que debían, como si hubieran sido orquestadas. Curiosamente como si en verdad hubiera un propósito, una autoridad.
De todo lo que puede esperarse de la abyecta escaramuza del binomio del bien y el mal, he de hacer crecer una maña de creer, apostar y esperar. Nada como el hermoso proyecto del progreso, que engolosina el alma voraz e ingrata, malagradecida en todas sus esquinas.
He dado un paso más hacia la última vez que me levantaré contra todo esto que tanto hastía. He dado a la retórica de mi mismo un aliento, un giro en descubierto de esperanza para no dejar que se bajen guardias aun. He dejado a un lado todo rastro de obviedades del amor para extinguir necedades.
Era un día soleado que se sentía espeso y complejo y aun así venció. Mas la inercia que toma el mandoble al cortar, no se detiene habiendo logrado su meta… la profunda razón de nuestro espectáculo, que nos deja sorprendidos en bucle sin fin.

Acaso deberé abandonar la épica que frustra su propio guión a cada paso. Será, una vez más, el final de la cruzada infinita, que no aparece sino con disimulo a reír a costa de los planes del espejo.