martes, 4 de octubre de 2016

Sin chape

Son las siete, o quizás las ocho. En los fuegos de octubre me enciendo en nervios constantes y busco en un cajón de ansiedad el cuchillo para cortar un rato con todo. Los metales del nuevo amanecer taladran duro y me levanto a ver qué pasa. De repente el sol aparece nuevamente, no era un simulacro.
Al son de las botas camino hacia el mate, que me espera anhelando el toque de azúcar que no pienso darle, porque pienso dejarlo amargo. Son casi nueve minutos de caravana hasta que estoy sentado a punto de agazapar la ira y saltar raudo dejando atrás al alba. Puede ser que piense un rato y luego olvide tu olor, mezcla de pucho y perfume de no sé cuál.
No José. Te escucho como si fuera ayer y me río solo. Hasta pudiendo acusarte de estúpida me dibujas una sonrisa y acelero al centro. Cuadras rotas, sucias, gentes indiferentes. Cuanta vesania me brota cada vez que lo noto —siempre, he de decir—. Sigo riendo, porque casi siempre vuelvo a recordarte llegando al cruce, épico de bluses y poesías.

Media mañana y ya me olvidé de todo. Salgo y piso las piedritas, hay como un viento genial y el sol me pega en los ojos. Y ahí estas de nuevo. Supongo que miento a cada momento diciendo que me olvido. Me río y empiezo de nuevo mañana.

viernes, 23 de septiembre de 2016

De melón

El selector en graves y un bending que te mueve el corazón. Entre nosotros hay un tiempo con olor a pastillita de melón, de esas que ya no se consiguen porque no hay más… ya no hay más. Es posible que tan solo sea mi imaginación, pero la sospecha de un augurio que va océanos por delante es demasiado fuerte como para hacer oídos sordos. Lo que no se es, en parte nos integra, pero se atomiza en escandalosa ausencia.
Rápidas las euforias y ciclotímicos los humores del amor que se quedó en el tiempo, nuestro tiempo, y que alguna picardía de la fuerza vino a despertar de su helado sueño. Esa paradoja que nos recuerda a cada momento que segundo tras segundo somos un poco menos nosotros, nos desgranamos y nos vamos yendo despacito.
¿Y qué hay de tu risa, qué? No se me permite adueñarme de ella, al menos si la luna no duerme. Pero creo que es el miedo a morir perdido en espejismos… tal vez no sean felices todas mis palabras al salir de mí. Tal vez caigan todas al cruzar la frontera del calor de lo profano y se quemen en terribles gritos de dolor.

No he conseguido hasta hoy hablar sin consecuencias pesadas, sin rasgar todo. Presiento que es deuda por saldar. Pero las explicaciones sobran si nos consumimos, si a cada rato jugamos a romper esas cajitas en las que nosotros mismos nos metimos. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Las mentiras fundamentales

El estilo avejentado del primer párrafo original de todo lo que quise decir esta vez se perdió en el éter. Se elevó como el vapor de agua que me hipnotizó cuando pensé en crearlo y fue uno en la atmósfera y en mi conciencia. En todo caso creo escuchar un sigiloso recuerdo que habla sobre las mentiras fundamentales, pero el tiempo es escaso.
Si acaso osara mirar para otro lado y disimular sobre la marcha ante la esencia que me espeta, caería irreductiblemente en la nada. Todo sería en vano y no auténtico a cada paso. La tierra bajo mis uñas me aploma y el sol me recuerda tus noses que decían sí… mentira medular.

El viento que navego me trae menos recuerdos que antes… 

martes, 20 de septiembre de 2016

Un hombre para Sofía

"El amor ha sido el opio de las mujeres..." Kate Millet.
En Línea.-

Un hombre para Sofía: no está cebando tres horas por día durante un mes y medio para después llegar y no dar ni la hora; no organiza un plan para después cancelarlo por otro mejor, no, se hace cargo y ni le dice del otro plan y se la aguanta. No dice que la va a cuidar y la pone en riesgo de embarazarse. No espera que ella le escriba, la despierta con buenos días y la despide con buenas noches. No se llena la boca con lo que hizo y no hace nada. No se sienta cómodo esperando a que ella venga, le organiza planes y la sorprende. Si le dice que la quiere conocer la conoce, no se la franelea cuando le viene bien y le cuadra. No le quiere dar vuelta las cosas cuando discute diciendo que ella lo trató como a un chongo cuando ella le tuvo paciencia y cuando por chongo no pasaba ni por casualidad. Si no quiere estar con la que cebó durante cuatro meses se lo dice, no espera a que ella se harte y lo mande a la mierda. Un hombre se compromete o no hace perder el tiempo a la persona que sabe que quiere otra cosa. Un hombre, si dice que no va a mandar más mensajes, no los manda, no avisa que no va a mandar más mensajes con un último mensaje para hacer enojar a la otra persona. Un hombre, si dice que es sincero, lo es, no se enoja solo e ignora a la otra persona. A un hombre, no hay que decirle cómo tiene que actuar, porque lo hace y punto. Bloqueado. Lamento decir que no fue un gusto conocerte. 

Sofía.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Cartuja

Catatónico y en estado de pánico evitas pensar. Hay una especie de precipicio dentro de cada cono de esa caja vintage con la que te derretís la cabeza. Es el abismo, tan grande y helado, que por momentos parece cortar y por momentos resbala. Las alusiones están todas sentadas y te miran como si hubiera algo nefasto en todo este sonido.
La noche que encierra en su corazón el día más lindo de la primavera puede hacerte creer en boludeces, pero a fin de cuentas terminás entendiendo la conexión de los irrefrenables sucesos, de las crónicas vueltas de un viaje que no tiene héroes ni traidores. Las ideas empiezan a ser menos, o quizás no…  ¿es que son oscuras? ¿Qué es todo lo que no puede resolverse pensando? ¿Y qué hay de todas esos hipotéticos berretas que (pensás) resolvés a diario? ¿Qué es lo que gano y qué es lo que no?
Tu ancla de capa te volvió a agarrar con un interrogante sobredimensionado, ¿sobrevalorado quizás? La intelectualización es una herejía barnizada con óleo, empapelada con ediciones lujosas de Cervantes… que se ahorca con un juego de cuerdas cero-diez y que siempre, siempre, camina a tu lado, riendo e hilando incomprensibles frases vertebradas por toda lógica de lógicas.

De la misma forma con que pueden leerse en tus ojos todas las líneas del futuro, podés leer en mí el sánscrito indescifrable de mi ansiedad. La lluvia va a caer, el sol va a arder eternamente en lo que a mí concierne, y aún así no me figuro toda la foto. Todo indica que esto de los axiomas no es lo mío. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

Blue note

Esteros eternos de calma te acechan y escrutan a través de terribles ojos redondos y grandes. Esperas la fuerza del segundo eón, pero parece no estar destinada a que la encuentres y contemplas… tal vez demasiado. El sonido en loop de lo que no alcanzaste a pensar a tiempo para decir cuando corresponde te vence al grito de tu nunca más. Porque el drama propio es el que mejores y más líneas tiene; hasta el silencio es intenso.
Golpeás el armónico y te dejás llevar entre las ondas. Hace tiempo que no cuidás un solo detalle ¿ante quién te rebelas? El trip es infantil y el corolario grave, espeso. El espejismo del suelo hizo que parecieras una vez más un acróbata, pero llegaste a la cocina… ¡que densidad la de este lugar! Pero tus manos son más fuertes que toda esta mentira de jugar a ser y las alzas en señal de batalla.
Los silencios significantes, esos que solo se llenan con ansiedad, están plagados de futuro y asustados de variables. En la espesura de la noche solo pienso en que no los alcanzo aunque tal vez estén corriendo hacia mí. La calma llena de ansiedad… paradoja y de esas picardías de la fuerza. Hay que ceder un poco, o quizás no. Hay que esperar o tal vez actuar. No van a darme su sincero augurio de gloria.

La tierra me aguarda para que juntos volvamos a conjurar la invocación. Me aguarda para blandir el mandoble que hará que me invada el vacío. Me aguarda silenciosa y calmada, puesto que sabe que volveremos a estallar. 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Gualicho de olvidar

Hay algo de la inercia que toma la tierra al girar, que estás usando en mi contra. Hay algo de toda la espina cruel, verdugo de todo corazón naciente, que me dejaste casi de noche. Son todos los huevos que hay que tener para entender que se llegó tarde pifiando el reloj, y así vivir entero.
En el esquema de todo lo divino, no cabe espacio para el sonido de los violines de avería. Con la taquicardia se me estrecha aun más el pensamiento, y resuelvo mal. Los sonidos en loop me hacen perder el rumbo, me desmagnetizan.
No ha habido tierra en la que hayamos encontrado la calma, el esquema de lo nuestro. Ciertos encuentros desquiciaron el salón de los recuerdos, ensuciándose a sí mismos. Tal vez alguien con autoridad se refirió a estos últimos, y fueron fatalmente condenados.

Lentamente pretendo callar, pero no voy a conseguirlo. Se simplifican en soledad las magníficas ilusiones de un beso con el síndrome de abstinencia de conformismo. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que ambas ellas, antes de partir, escrutaron temiblemente mi ser… y mi soñar.

jueves, 8 de septiembre de 2016

La pequeña novia del carioca

Abre os teus braços, meu irmão, deixa cair.

El preludio de una tormenta intransigente no acostumbra coincidir con el sentido de la oportunidad. El sonido tribal de las baldosas que corrieron bajo tus pies por lo menos una hora sin parar. La crecida del asfalto que amenaza con dejarte oliendo a brea y alquitrán. El grito del árbol que se convirtió en cuervo solo para asustarte más. Todos ríen gravemente, pero nadie se inmuta. No creo que los hayan notado. No creo que hayan notado que sobreactué.
Cuando pasaste la segunda cuadra es posible que hayas parado. Es posible que te hayas detenido al menos un segundo solo para probar si la presentías. Te pegas un jabón del carajo porque pensás que paraste un segundo eterno. Ya no rieron más, quizás se quedaron sin birras, sin puchos.
Se me ocurre que, entre el silencio y ese segundo entreabierto, pudiste mirar y verla a través de la puerta de un ojo negro. Se miraron y se rieron bastante, tanto como para divertir la contabilidad de la economía universal y que un segundo sean todos los que puedas imaginarte.  Te vi quejándote sobre el final y no entendiendo este tema del tiempo. Pero ella no hizo más que reír y contagiarte.
La tormenta camina hacia vos despacio, constante. Incluso estando en la altura no serías capaz de huir. Muchas veces presagiaste en clave hostil… y ni eso va a suceder. No entiendo bien por qué razón sonreís al mirar, incluso antes. Pensas, entendes, decis, hablas… justo antes. Es pequeña. Ella es pequeña, pero ahí está, eternamente enamorada.

Quizás al abrir los ojos a la mañana de mañana, puedas soñar de nuevo esperando todo un nuevo aliento.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Esas noches de verano

Una vez un viejito sabio me dijo que jamás debía explicar nada comenzando con un “Es cuando…”.Y siempre hice feliz caso de tamaña lógica vertebral de consejo. Pero resulta que hoy, justo hoy, subvertir la lógica es consigna que pide premisas, explicaciones y conclusiones. Todas tienen una voz tan chillona y molesta... tan cliché. Gritan bastante, pero no me molesta, porque hoy no es como, hoy no es que, hoy es cuando.
Es cuando el poder de un diciembre eterno en sus dos veranos, de ocho y veinte en manzano, Vinicius viendo como toda la tierra al rodar te alcanza el choque del lago contra la lenga, y que otro día perdido te asusta hasta la piel. Pero atenti, que también es cuando me acuerdo y casi dibujo todo a las diez.
Es cuando había imposibles nuestros, bien nuestros, que nos hacían ver tan enormes, tan estupendos. Porque es cuando la jackson no tenía idea de cómo hablar y sin embargo algo le sacamos… y fue nuestro por todo lo que duró la huella sobre la nieve que hoy, justo hoy, fuimos a pisar bajo un radal.
Es cuando las brumosas seis de la mañana se dejan cortar planeando a toda velocidad, graciosamente y sin emitir sonido. Porque ahí, justo ahí, es cuando volver a remo tiene la épica del beso sin chape de la mina del palo verde. Es cuando ese tostado solo, mientras mirabas la pared, vale la pena cada poro del sublime pan.
Es cuando las gallinas se esporpollan al sol y la Tota sintetiza vitamina D con los ojos entreabiertos, norte a la brisa que llega desde el otro lado. Ojo que también es cuando ese Tio negro se baja bajo la lluvia, de visita en visita. No es más que cuando sonrío al detectarlo todo.

Es cuando pensás que si hoy te apagan la luz no perdiste tiempo en pestañar… que no había tiempo para torpeza semejante. Es que, finalmente, siempre va a ser cuando respires, y cuando pienses que podemos existir.  

sábado, 13 de agosto de 2016

A Olivia

Ella no es estereotipo. Ella no es perfección de una estética de dogmas insulsos de un mundo que decidió no ver. Si lo perfecto no tiene todos estos errores, ¿con qué tupé se autoproclama? ¿Quién lo patrocina? Ella no es nadie, no es nadie en absoluto salvo el milagro de una catástrofe que acontece frente a quien se detenga a mirar, como espectador de una inentendible obra teatral, inexplicablemente genial.
Ella, adjudicataria en dueña de tantas de mis líneas, lo sabe. Sabe que me han dicho —o me he dicho— todo lo que hay que encontrar. Ella sabe que la inercia que sus ojos toman al entronar la mirada fija a la par de sus manos infinitamente nerviosas me hace caer. Ella lo sabe. Siempre lo supo y sabrá, maldita sea en todo su conocimiento, que no podré dejar de amarla.
Ella, simple y graciosamente sabe qué hacer. Sabe simple y graciosamente, que sea lo que sea, caeré una y otra vez.

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Olivia crees en las flores y el mar?
Todos esperan su viento...
Yo, vivo un mundo que no es real
Y el incansable destino, se acerca otra vez.

Olivia no me digas que te vas a quedar
Atada al mundo de esta realidad
Porque en las noches, tus ojos, dicen mucho más
Porque todos, todos, callamos al soñar...

Olivia ves el cielo o hablás al sol?
Sentiste el fuego del miedo 
atento al frío de tu corazón? 
Que siempre está, que siempre está.

No mires mas, no vengas más...
si vas a hablar sin hablar.

lunes, 13 de junio de 2016

Los profetas raudos no acaban de pensar

Todas las ideas de un imperio, de un ejército de un solo hombre, se han ido. Se perdieron olvidadas en los días, en el exilio de la esencia que las apartó tirano, sin dudarlo un momento. ¿Cómo es posible el sueño blanco repentino, que abrumadoramente toma el poder? ¿Cómo explican todos esos prometedores ayeres, los mañanas de ansiedad interminable y vacíos negros?
Sabía de cierta receta para encontrar consuelo. Excéntrico antídoto que desconcierta a la propia alma para hacerla encontrar su carácter, su fibra. La retórica de lo que se presume sabido nunca es tan sensual, nunca se presenta épica. Ello mediante, dio rienda suelta a la implosión de lo previsible, haciéndose trizas una vez más, experimentando nuevamente la ausencia.
Las risas en el concilio de los ángeles no tardaron en aparecer y fueron seguidas de escasas opiniones apócrifas, talladas sobre tablas tirriosas con abominables decoraciones y giros.
Sin embargo, en el espesor de la noche abovedada, las estrellas brillaban augurando alegrías primitivas, llenas de sentido y de vigor. De repente, pensó que quizás construir desde las trizas no fuera lo mismo cada vez. Justo allí retomó el rumbo y encontró alguna de aquellas perdidas ideas al calor del sol, en un claro con pastito verde y buena brisa. 

jueves, 7 de abril de 2016

Objeción del ojo gris

No tiene sentido hablar cuando los viejos tambores no suenan. Quizás, solo quizás, no seamos otra cosa que el capricho de una fuerza adolescente. Un proyecto frustrado de un dios imprudente y –sobre todo- poco constante e incapaz de progresar en todo su acto estéril de potencia.
Un dado de oro en una nuez que gira y gira sin cesar, para dejar atónito hasta al más escéptico –no sin cierta justicia poética-, riendo a cada vuelta.
La fuerza naciente puede acabarse sin sentido en el instante preciso, como una hierba que se corta y ya seca se reconoce insignificante, mundana, prescindible y ausente en la memoria circundante de una gran máquina ordenadora del caos.
Haber venido desde lejos para ir al tiempo que nadie ve, al que nadie alcanza y sentirse parte de una profecía, expandirse lejos del núcleo singular, ególatra y libre. El caos tiene cierto sentido del humor. Las picardías de la maquinaria son patentes, más que en otro momento, en vela.
A la deriva, no hay tiempo que perder, no se lo posee. Y lejos ya de pedir un rediseño del espeluznante plan, creemos en él. Y si no se cree en él, se atestigua en días más hábiles que nosotros.
Cierto sentido del humor dije… alguien está muy entretenido. Cierto sentido del humor, pienso, quizás alguien no está.

viernes, 26 de febrero de 2016

Alguien con quien ver el mundo

Cenizas de la muerte intransigente, esa misma que yo algún día encendí en mil llamas gloriosas cada una de ellas, se revelan nuevamente entre el polvo que ilumina la tarde. En parte fuiste ayer, en parte sos lejana y, finalmente, en parte ya ni siquiera sos. En la oscuridad llueve mucho más desde que no me decis lo que pensas, desde que no acontece el suceso de tu música. Tal vez no encuentre todo lo que nos dejaste, pero saber que está perdido por ahí me tranquiliza, como si supiera que por los hilos del azar, casi podría reconstruirte, muy sobre el final.
Está aconteciendo una reunión. Un hombre sentado de perfil a otro más joven. Ambos miran hacia el morro gris. El hombre más joven susurra: - ...vos estás muy cansado-. –No-, le responde en tono gentil.

La luz me atraviesa en el calor de toda su esencia, y encierran la energía de lo que hice por verla. Se desnudaría la dicha frente a la verdad, y se dejaría arrastrar hasta lo más profundo del sentido. Se verían cara a cara la vergüenza y el temor, para llevar adelante el peor de los crímenes, mentirse.