sábado, 13 de agosto de 2016

A Olivia

Ella no es estereotipo. Ella no es perfección de una estética de dogmas insulsos de un mundo que decidió no ver. Si lo perfecto no tiene todos estos errores, ¿con qué tupé se autoproclama? ¿Quién lo patrocina? Ella no es nadie, no es nadie en absoluto salvo el milagro de una catástrofe que acontece frente a quien se detenga a mirar, como espectador de una inentendible obra teatral, inexplicablemente genial.
Ella, adjudicataria en dueña de tantas de mis líneas, lo sabe. Sabe que me han dicho —o me he dicho— todo lo que hay que encontrar. Ella sabe que la inercia que sus ojos toman al entronar la mirada fija a la par de sus manos infinitamente nerviosas me hace caer. Ella lo sabe. Siempre lo supo y sabrá, maldita sea en todo su conocimiento, que no podré dejar de amarla.
Ella, simple y graciosamente sabe qué hacer. Sabe simple y graciosamente, que sea lo que sea, caeré una y otra vez.

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Olivia crees en las flores y el mar?
Todos esperan su viento...
Yo, vivo un mundo que no es real
Y el incansable destino, se acerca otra vez.

Olivia no me digas que te vas a quedar
Atada al mundo de esta realidad
Porque en las noches, tus ojos, dicen mucho más
Porque todos, todos, callamos al soñar...

Olivia ves el cielo o hablás al sol?
Sentiste el fuego del miedo 
atento al frío de tu corazón? 
Que siempre está, que siempre está.

No mires mas, no vengas más...
si vas a hablar sin hablar.

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