Ella no es estereotipo. Ella no
es perfección de una estética de dogmas insulsos de un mundo que decidió no
ver. Si lo perfecto no tiene todos estos errores, ¿con qué tupé se
autoproclama? ¿Quién lo patrocina? Ella no es nadie, no es nadie en absoluto salvo
el milagro de una catástrofe que acontece frente a quien se detenga a mirar,
como espectador de una inentendible obra teatral, inexplicablemente genial.
Ella, adjudicataria en dueña de
tantas de mis líneas, lo sabe. Sabe que me han dicho —o me he dicho— todo lo que
hay que encontrar. Ella sabe que la inercia que sus ojos toman al entronar la
mirada fija a la par de sus manos infinitamente nerviosas me hace caer. Ella lo
sabe. Siempre lo supo y sabrá, maldita sea en todo su conocimiento, que no
podré dejar de amarla.
Ella, simple y graciosamente sabe
qué hacer. Sabe simple y graciosamente, que sea lo que sea, caeré una y otra
vez.--
Olivia crees en las flores y el mar?
Todos esperan su viento...
Yo, vivo un mundo que no es real
Y el incansable destino, se acerca otra vez.
Olivia no me digas que te vas a quedar
Atada al mundo de esta realidad
Porque en las noches, tus ojos, dicen mucho más
Porque todos, todos, callamos al soñar...
Olivia ves el cielo o hablás al sol?
Sentiste el fuego del miedo
atento al frío de tu corazón?
Que siempre está, que siempre está.
No mires mas, no vengas más...
si vas a hablar sin hablar.
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