Uno calla pero siente, piensa. Ninguna historia tiene nombre hasta que no acaba. Se dice de los que callan personas más cautas, más prudentes. Se dice esclavo de quien habla u opina.
Habría que saber si la historia pretende ser llamada aquella de la prudencia, o aquella de la que alguien pueda, temerariamente, extraer algo cierto: esperanza.