viernes, 14 de agosto de 2015

De mi Padre.

A veces pienso si tengo un Padre, o tengo un amigo de esos con los que el silencio no es incómodo. Un amigo que me vio salir y que cuando me ve con cara de llegada, patea un poco el disco, porque sabe que todavía no llegué. Un amigo que me vio crecer mientras crecía y me enseñó mientras aprendía. Un amigo con autoridad de ley, gigante en su humanidad.

A veces pienso si tengo un Padre, o un compañero sobre el que descansar el peso de alguna arremetida. Uno de esos con los que se lucha con, y uno de esos con los que se lucha contra. Un compañero que empuja si está atrás y derrite hielo si es punta de lanza. Un compañero templado por gigantes en su humanidad.

A veces pienso si tengo un Padre, o un ídolo sobre el que escribir interminables libros. Increíbles fábulas sobre el martillo de Thor, y míticos dioses de los elementos. Un ídolo que encadena sus demonios y todas las mañanas les tira un poco de carne para que la cadena aguante. Un ídolo que en su humanidad, endiosa su derredor.

A veces pienso si tengo un Padre, o un recuerdo constante de que siempre puedo llegar más lejos, siempre puedo explotar más fuerte, que el horizonte es indefinido y que lo grandioso se presenta al vivirlo con naturalidad.

A veces pienso en mi amigo, a veces pienso en mi compañero, a veces pienso en mi ídolo y a veces pienso en mi recuerdo constante. Pienso en mi Padre.