Las
constelaciones de las cosas y el tiempo. Las especies de recuerdos que me
aprietan fuerte el cuello. A veces me hace falta esa sabiduría gallega, que
hablaba de plantar fuego, que melancólica recordaba carros a las cuatro de la
mañana, que para los grandes problemas tenía sencillas y obvias soluciones…
sanadoras de todo mal.
Si
un brío te hiciera respirar, si la luz te hiciera verme, ¿qué dirías? En una
única vuelta de página pasó tanto, fuimos tanto, soñamos tanto. A veces me
pregunto solo si quiero todo esto, si aún sabiendo de la oscuridad de todos
desde hace tanto, es razonable seguir viviendo. ¿Cuál es esa pesada lección que
estas queriendo mostrarme?
Los
planes austeros de mi pasión intransigente son una tortura desde que te fuiste.
La escurridiza verdad se vuelve más hábil a medida que me vuelvo más sabio. Es directamente
proporcional. Los mitos engañan a los idiotas felinos que necesitan más tiempo,
que requieren más paciencia, que solo buscan franelas para sentirse
importantes.
No
he sido caprichoso. Jamás. Me he cuidado solo y por eso mi memoria está
entrenada, está ávida de justicia. Pero si un brío te hiciera respirar, y la
luz te hiciera verlos, ¿me dirías que transito el camino de la verdad? ¿Me
darías un consejo sencillo que apacigüe todo esto, mis ansias, mis dudas, el
amor?