domingo, 11 de septiembre de 2016

Gualicho de olvidar

Hay algo de la inercia que toma la tierra al girar, que estás usando en mi contra. Hay algo de toda la espina cruel, verdugo de todo corazón naciente, que me dejaste casi de noche. Son todos los huevos que hay que tener para entender que se llegó tarde pifiando el reloj, y así vivir entero.
En el esquema de todo lo divino, no cabe espacio para el sonido de los violines de avería. Con la taquicardia se me estrecha aun más el pensamiento, y resuelvo mal. Los sonidos en loop me hacen perder el rumbo, me desmagnetizan.
No ha habido tierra en la que hayamos encontrado la calma, el esquema de lo nuestro. Ciertos encuentros desquiciaron el salón de los recuerdos, ensuciándose a sí mismos. Tal vez alguien con autoridad se refirió a estos últimos, y fueron fatalmente condenados.

Lentamente pretendo callar, pero no voy a conseguirlo. Se simplifican en soledad las magníficas ilusiones de un beso con el síndrome de abstinencia de conformismo. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que ambas ellas, antes de partir, escrutaron temiblemente mi ser… y mi soñar.

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