domingo, 26 de febrero de 2017

Epifanías bélicas

Ha pensando demasiado en el futuro, el pánico, las sombras. Es un presagio espeso y el humo titila sugiriendo sin tregua, en efímera risa, que es prisionero del viento. Dice que le mutilaron su voluntad, que ya no siente al subir, y también que ahora todo tiene más sentido. Quien no calla se ha revelado ante esas circunstancias, ha encontrado un mensaje que será entregado. Cree en ello.
Ha elegido el camino por el que nadie va, pero nadie recordará al llegar, nadie puede dar cuenta de nada. Nadie ha visto cuál fue el comienzo. Comenta que no hay sentido en un designio como ese, que ya mejor se va, que no hay cosa que lo haga estremecer. Es él quien piensa aun en el martillo de los dioses, en celebrar fiestas paganas.
Ha visto a todos reaccionar a la anestesia según el plan de esta, ha visto a todos marchar al ritmo de los tambores traidores, siempre sensuales. Cree que con todo lo puede, que es eterno, infinito. La fuerza se le escapa cada mañana al poner pie sobre la tierra, al no adornar cada invocación con el alma intrépida y libre. Deja que el sol le golpee la cara a diario y atraviesa el tiempo, buscando señales de electricidad, buscando el conocimiento de los eones. 

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