lunes, 21 de marzo de 2011

Vasayo

 

Tiene el imperio un verbo, que no conocen los vasallos; lo dominan los tiranos y lo ocultan a su clero. Hay piedad en la desdicha, y hay perdón en los cimientos. Se fortalece la fortaleza y se escandaliza el titiritero. Los actores se abarrotan en las huestes del misterio; se cuestionan los filósofos, y se atreven los libreros. Odian los niños la oratoria. Los monjes saben sus acentos. El leproso a hurtadillas aprovisiona su sustento. Hay un miedo que relincha; hay un par de ovejeros. Sobreabundan los juglares del mercado y del infierno.
No conozco tus acciones. Nada entiendo de tu verbo; sólo leo titulares de juglares y libreros. Me revelo de impotencia por la sombra del leproso; me someto sin más dogmas a los dogmas del monasterio; subestimo a los infantes que sonríen al hipócrita; me recluto en la ignominia del destino de mi pueblo, y le aplaudo al titiritero la mofa por las ropas del tirano.
No me preguntes por aquél verbo, yo tan sólo soy vasallo. 


Gabriel Mauricio Avalos Abuin.

No hay comentarios: