miércoles, 30 de septiembre de 2020

Epílogo

 -Ella no existe simplemente, ella titila- 

-¿Ella titila?- 

-Sí, y si usted querido amigo y mandatario desea verlo, debe mirar ligeramente hacia un costado, como cuando quiere detectar una pequeña estrella en el cielo-

Diálogo entre una polilla y su recadero.

No dejó de amarla. Se alejó como se aleja la mano que deja el escabio sobre la mesa cuando ya la última estuvo de más. Ella lo miró arrabalera, superada, más allá. Tono chillón de por medio comprobó una o dos veces si podía subirse nuevamente al juego. Silencio... sonrisas, amor y silencio. Nunca permitió que él supiera de su desconcierto, pero así fue y así él lo supo. Nadie habia mirado tan de cerca sus faroles que sueñan y piensan como máquinas a todo vapor, en todo momento. 
No quiso lastimarlo ni por un segundo, él simplemente fue una sombra, un espejismo vehemente que insistió en existir aun en la maraña de tormentos que eclipsaban los días. 
Todavía hay perfume en sus ojos. Todavía hay ruegos en sueños. Algunas mañanas tienen intenciones de nevadas y paz para las bestias que habitan su mente, esperanzas de huida de los días que anestesian la belleza que solo él vio tan de cerca.

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