martes, 26 de octubre de 2010

Me mareó la pedaleada y aún hay más.



No se puede mentir. Si me aburro de mi no debería comentártelo. Pero la vuelta a la calesita te muestra personajes singulares: un trolero de manual, que sabe bien lo que le falta, que te busca todo el tiempo, afán de verte resbalar. Me cantó un par de sinfonías, pero ninguna gustó. Aún hay más. Pequeña, gandula rubia, que poco tiene que hacer en su materia gris para mañana; espero no tengan hoy mis dedos razón alguna, pero ulcerada puede verse la divina designación de quien poco cranea por mañana. Aún hay más. Una vulpeja maniaco-nazi que ni ella se creyó lo mucho que le interesa el mundo, y que mira con visos de superioridad al prestar la limosna y las caridades de cada día. Aún hay más, pero es tarde y mis dedos ya no piensan como antes...

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