lunes, 9 de abril de 2012

Construyendo un imperio

Me pasé amaneceres y amaneceres tratando de ver cómo desperdiciaba mi vida de la mejor manera. ¿Quién es el que realmente toma decisiones? ¿Habrá alguien que las tome, él... de verdad?
El mar, viejo amigo íntimo de las montañas que siempre me protegieron, ahora se presta para darme algún consejo de vez en cuando. Pero no son como los susurros de las laderas abarrotadas de verdes árboles... no. Esta vez el discurso es más melancólico, es más solitario, es más envejecido. Será que por no ser menos ante las fábulas de la vida, que siempre se burla del mar y las montañas, quiere aconsejarme que el pragmatismo que tanto me ha costado cultivar, debe irse al fondo del averno.
A veces me pongo a pensar si la experiencia te hace más sabio o más estúpido,  y si realmente está mal no tropezar dos veces con la misma piedra.
Salud, con sangre sudor y muchos huevos...

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