Vengo
de una cuna cargada de amor, esfuerzo, inconsciencia y claridad mental. No puedo imponerme ser esencialmente distinto
y no puedo dejar de exigirme ser espiritualmente mejor. El determinismo
que marca un legado nunca me ha dejado
olvidar el hambre que no sufrí, y de ahí una ambición por la justicia
interminable, gigante en los diminutos y efímeros momentos de la vida.
Vengo
de un molde cortado con la cuchilla del intelectual sin estudio, del apasionado
prudente y del protagonista modesto. No puedo entregarme al vicio de rebajar ni
ser rebajado ante nadie. Una sola idea primitiva desvanece la electricidad de
un mundo disimulado, y por ello he de recordar que me debo a mí y luego a mis
pares, en quienes deposito la alegría de haber saldado la cuenta propia.
Vengo
de un ideal herido, de un principio truncado y de un estandarte manchado por la
crueldad ajena. No puedo correr desbocado sin aprender, sin recordar. La sinergia
de cada uno de los eventos pasados me hace responsable por el modo en que me
comporte ante los futuros. Por ello, debo despegarme de la relatividad terrenal
entre el bien y el mal, sabiendo que esta aplica a ambos identidad de reglas.
Vengo
de una explosión de poder vital, un torbellino que arrasa y una mano delicada
que acaricia. No puedo permitirme hacer bien a otros sin antes hacerlo conmigo.
Idea con paradoja por médula, que se eleva en los más afinados cantos del mundo
disimulado y pretende alzar en júbilo a quien muere por dentro, ante el
silencio de todos.
Vengo
del mundo del equilibrio, de la conexión con el suelo, de la reflexión que
consuma. No puedo dejar que se detenga el diálogo, la llama que ilumina la
puerta a la casa del pensamiento… allí donde habitan la razón y el azar. Y no
es amor a lo metafísico, elevado. Es amor a lo inicial, a lo primero, a lo
eminente.
Y
vengo del mundo en el que estoy ahora y en el que tal vez estaré mañana. Me
desautorizo a caminar hacia el frente de espaldas. Me desautorizo a caminar
hacia adelante con la sien clavada en el horizonte. Me hago responsable de ser
un poco en cada uno, y ser todo en mí.
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