martes, 17 de enero de 2017

Geomancia

La interminable lucha de mis manos por resistirse a este mantra infantil que me afecta desde hace un tiempo. No hay forma de evitarlo, las salidas se muerden el labio en señal de soberbia actuada. Parece el libro de algún viejo estilo, o algún acertijo que detesto.
Nuestra naturaleza es inflexible pero se rinde ante la evidencia de la realidad, que le muestra su verdad, la compara con herejías y le adelgaza el espíritu. Languidece nuestro seño fruncido altivo ante el amor… acaso desconcertado por sus propios cuestionamientos.
Montañas nobles y orgullosas se elevan a mis espaldas, ávidas de incendios hermosamente suicidas y frías y determinadas aguas, capaces de marcar surcos de sabiduría.
El centro hacia donde voy y la calma de la providencia, que entregan certeza, que acallan bestias y ansiedades, tal vez estén ebrios en la velada. Quizás no lleguen a entender que Olivia, esa que amo, no mire al cielo o hable al sol y que aún así sea inconmensurable.
Los destellos del alba, la vida esfumándose dentro de la vida… los silencios que harías si vieras una ínfima parte de lo que hubo para mostrarte. Si a cada pisada la invocación me agita, la tierra me invade.

El espejismo ha pasado, pero ha dejado su aroma en mis deseos. Ha resuelto un nuevo objeto. Ha osado trascender.

No hay comentarios: