—En
mis labios queda la marca de vuestro pecado—
— ¿Del
pecado de mis labios? Ellos se arrepentirán con otro beso.
W.S.
Dicen
que los instantes son eternos, y que ya con olor a madera presentimos el
verdadero sentido, respirando el último segundo que dé razón con aroma a lo que
hicimos. Comentan en una mesa de frívolo café, que las ansias lo son todo, que
la mística es la manipulación felina y que el calor es la adrenalina de la
sumisión. Espetan la bondad y el desapego, la caricia y el amor. Recrudecen a
cada palabra. Hablan sobre el mal opresor de la frustración que no puede
tocarme. Intentan escribir líneas de romance y no han sido capaces de
vislumbrar tu luz, presentir tu aroma y nadar en tus ojos. Las esquirlas del suceso
enredan mi alma renegrida y pálida a la vez, dejando escapar sollozos de niño
encaprichado; dejándote verter toda tu ambición de fatalidad. Te amaré para
siempre y no te he amado nunca, te tendré mansamente conmigo aunque partas, te
abrazaré aunque no existas.
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