—Si vieras el círculo
de la luna que veo, si sintieras ahora el viento que respira mi pelo, creo sin
temor a equivocarme que desearías tanto como yo tomarnos de la mano—
—No te quiero para mí.
Te quiero para vos, plena y brillante como solo yo te he visto, como solo yo he
notado, y quiero, mi amor, que me compartas algo de eso—
—No hables, pues te
tomaré de la mano cada vez que tus ojos lo pidan brillando como brasas
incandescentes. Te encontraré en cada gesto que hagas, solo para mostrarte la
inmensidad del domo estrellado en una noche helada y reír hasta que parezcamos
abarcarlo todo. El indescifrable muro de tu distancia, todas tus fortalezas,
tus anhelos ocultos… todo lo abrazarán mis manos hasta inundar tus lágrimas y
beber juntos todos los detalles, todo lo eminente—
—Me preguntas qué
pienso, como si pudiera darle forma de palabra, de frase; como si hubiera una
épica poética que viniera a atarnos por siempre. Solo espero que algún dios te
conceda amar como te amo—
—Te quiero, y si me
preguntas cuánto, lo que no harás jamás, te diré que te quiero tanto como para
dejarte ir, tanto como para que estés presente en cada palabra que salga de mi
boca. Tanto que hasta llegue al dolor más tremendo—
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