domingo, 25 de septiembre de 2011

La Plaza Mayor

Un buen día como hoy, después de haber caminado por la ciudad de piedra casi una hora y media, me desperté sentado y me dije: ¿en qué momento pasó? ¿cuál fue el día en que me desperté y estaba acá?
Miré un rato hacia el cielo, cruzaba un avión, de esos que dejan estela y después me dispuse a reir tranquilamente y pedir mi habitual caña. Iba ya como por la mitad de ésta, cuando concluí que necesitamos parámetros. ¡Por favor como me aterran los parámetros! Es como un tabú mental que me juego, una sancadilla, una gambeta psíquica que quiero repetir eternamente. Noticia hoy como a las seis y media de la tarde: no se puede. Aunque suene desepcionante no lo es. En efecto, supongo que será un paso mas en algún tipo de reflexión bizantina, como acostumbrado a hacer estoy, y eso me da un aire de satisfacción; casi altivo para conmigo mismo. Me miro de arriba, me discrimino por ignorante, me excluyo y vuelvo a entender que me soy absolutamente necesario. Ya pasada media caña más, y dejando la esquizofrenia atrás me reencuentro y me amigo para hacer una especie de pacto o tregua, y como tengo cerebros de esos que predicen las cosas con la única finalidad de decirte “yo sabía” cuando ya han pasado pero jamás de los jamases hacer algo antes de que sucedan, me traiciono.
Supongo que seguiré un rato hasta que alguno de los dos se aburra.

No hay comentarios: