Solía verte… solía mirarte y pensar… lo pequeño en tu camino lo
imposible para mí. Y cada una de las ondas de tu pelo y cada una de las
risas de tus labios y cada pedacito de tu voz, y vos, que no eran míos
ni por el segundo más corto de los segundos, se me caían encima como
espejos que no dicen la verdad. Y como sin querer caí otra vez… atado en
las cuerdas de tu encanto perdido en lo que decís y casi sin poder
pensar en todo eso que hacías latir, casi sin encontrar otra respuesta a
lo que siempre pregunté, casi sin querer vivir más que ese mismo
segundo, más corto que todos los segundos, perdido en vos y con la mente
en el bolsillo.
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