lunes, 15 de abril de 2019

Rohan


“Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas. De cada gota de sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino. Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta”.

Altazor – Vicente Huidobro

A todo esto se ha reducido mi grandeza. Tratar de estar despierto y recordar mi nombre. Escaparate que dice libertad, viejo mostrador de terceras o cuartas generaciones vendiendo bulones. Moho. ¿Será que en realidad esperaré al último segundo para realmente entender algo? Como me aprieta el aire, como me ahoga el sol.
Verás, amigo mio, mi soledad es enorme, pues he perdido la habilidad de veros como personas, he atrofiado mi alma y ya no la veo reflejada en ustedes.
Siempre creí ser heraldo de mi mismo. Y ni siquiera yo tener la fuerza para detenerme. Pero la mañana, que horada mi voluntad, me trae con los pies cansados. Me aploma y extingue día tras día como al Rey de Rohan.

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