viernes, 16 de diciembre de 2011

Adormecer a la bestia.

Las condiciones del pájaro solitario son cinco. 
La primera, que se va a lo más alto; la segunda, que no sufre
compañía aunque sea de su naturaleza;
 la tercera, que pone el pico al aire; la cuarta, que no tiene 
determinado color; la quinta que canta suavemente.

(San Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor)

Un mundo que no es el mío, y que sin embargo es mío. Y alimentar leyendas y erigir edificios de mente, ¿para qué? Nadie sabe lo que quiere. La programación está dada y no hay como saltarse, no hay como desatar la galleta.
Hay un costado del corazón, un costado donde está la bestia, que me hace acordar a vos. Un costado que está ciego y que sin embargo, vive mirándome fijamente con los ojos del juez más cruel. 
He corrido lo más lejos que pude, lo más rápido que pude y la bestia no se ha cansado. A diario se alimenta de lo poco que me queda. La siento en los ojos, y la oigo en cada pálpito. 
Alguna vez tuve la esperanza de que fuera otro nuevo amanecer. No lo veo probable.

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